Pagos sin fronteras: cómo la colaboración está redefiniendo el dinero digital rumbo a 2026
La colaboración entre bancos, fintech, comercios y plataformas tecnológicas está cambiando la forma en que se mueve el dinero en América Latina.
Las opiniones expresadas por los colaboradores de Entrepreneur son personales.
Conclusiones Clave
- Los pagos dejaron de ser un simple trámite para convertirse en experiencias fluidas, invisibles y conectadas, impulsadas por IA, APIs abiertas y modelos integrados de crédito.
El ecosistema financiero latinoamericano está viviendo una de sus transformaciones más profundas. En los últimos meses, hemos visto una oleada de alianzas que están reescribiendo las reglas del juego: la colaboración entre empresas de pagos físicos y digitales como la alianza reciente entre Tapi y Bankaool, el acuerdo de PayPal con ChatGPT que lleva las compras al terreno conversacional, o la integración de Kueski con gigantes del retail para ofrecer pagos en plazos, son señales claras de un cambio estructural.
Este cambio se percibe como una “nueva” tendencia, los pagos dejaron de ser un producto para convertirse en una experiencia, y en esa transición, la colaboración se ha vuelto la nueva ventaja competitiva. Por ejemplo, estudios recientes indican que los métodos digitales y electrónicos representan ya alrededor del 60% del gasto de consumo en América Latina. Asimismo, el mercado de pagos digitales en la región se proyecta que triplique su volumen hasta alcanzar cerca de los $0.3 billones de dólares para 2027.
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La forma en que pagamos y cobramos, ya no depende sólo de una tarjeta o de una cuenta; hoy se apoya en algo más poderoso: la conexión entre ecosistemas que generan trazabilidad. La innovación dejó de ocurrir dentro de los muros de una sola institución para suceder en la frontera donde la banca, las fintech, la tecnología y el comercio se cruzan para generar valor conjunto.
El botón de pago tradicional está desapareciendo.
Los usuarios pueden comprar desde una conversación con un asistente de inteligencia artificial (IA), un reloj inteligente o una red social. Lo que antes era una acción consciente se está diluyendo en la experiencia. Por ejemplo, para 2030 se proyecta que los pagos digitales representen dos tercios del valor de las transacciones de e-commerce en la región, y casi la mitad del volumen en puntos de venta físicos. Los mejores pagos serán aquellos que el usuario ni siquiera perciba como tales.
Mientras tanto, la infraestructura financiera vive una revolución silenciosa. Lo que antes era exclusivo de los grandes bancos hoy se comparte mediante APIs que conectan fintech, comercios, billeteras digitales y plataformas regionales. Esta tendencia no elimina la competencia, la redefine: competir ahora significa colaborar mejor, es decir, integrar, adaptarse, compartir capacidades y colocar al cliente en el centro real de la ecuación. Por ejemplo, los sistemas de pagos instantáneos (FPS) pasaron de representar sólo 2% del volumen de pagos digitales en 2017 a un 45% en 2024 en la región de América Latina y el Caribe.
El crédito también está cambiando. Modelos como el Compra Ahora, Paga Después (BNPL) demuestran que el financiamiento puede integrarse de manera natural en el proceso de compra. Lo que viene es un sistema de pagos y crédito completamente entrelazado, flexible y personalizado, capaz de adaptarse al contexto del usuario y no al revés. La frontera entre pagar y financiar se desvanece, y con ella se redefine la relación entre consumo, flujo de efectivo y confianza.
A todo esto, se suma un nuevo protagonista: la inteligencia artificial. La IA está transformando el punto de venta en un punto de experiencia. Ya no solo responde, ahora sugiere, anticipa y ejecuta. Desde un chat, un mensaje de voz o una recomendación automatizada, el cliente puede completar todo el ciclo de compra y pago sin salir del entorno en el que ya está. Esto abre una oportunidad enorme para diseñar interacciones más humanas, más ágiles e inteligentes.
Pero la verdadera innovación no será digital si no es incluyente. En un país donde el efectivo sigue dominando, el futuro de los pagos pasa por integrar el mundo físico con el digital. Las redes de corresponsales, los puntos de recarga y los canales presenciales seguirán siendo esenciales para llegar a millones de personas que hoy están fuera del sistema. El desafío no está solo en la tecnología, sino en construir confianza, educación y acceso. Por ejemplo, desde 2017 hasta 2021, la cantidad de fintech en la región creció de 1,166 a 2,482 plataformas, impulsadas por la necesidad de inclusión financiera.
Estamos entrando en una etapa en la que la colaboración deja de ser estrategia para convertirse en una forma de operar. Los límites entre banco y fintech, entre app y tienda, entre producto y servicio, se están desdibujando. Y en ese terreno, el valor no lo define la infraestructura ni la escala, sino la capacidad de entender y resolver necesidades reales del usuario.
El dinero está dejando de ser un instrumento para transformarse en una experiencia. Los pagos, más que una transacción, son ahora una conversación entre personas, marcas y datos. La pregunta que deberíamos hacernos no es quién dominará el futuro de los pagos, sino quién se atreverá a construirlo en conjunto. Porque el futuro, como el dinero, solo vale cuando circula.
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Qué significa todo esto para las compañías
Para los negocios, desde fintech hasta retailers, PyMEs y creadores de nuevos productos, esta transformación no es solo una tendencia: es una oportunidad estratégica.
- Los pagos dejan de ser un complemento y se vuelven una ventaja competitiva. Integrar métodos digitales, instantáneos o conversacionales ya no es “innovar”, es mantenerse relevante.
- Las alianzas serán clave para crecer. Ninguna empresa podrá competir sola. Conectar APIs, sumar capacidades de terceros o integrarse a ecosistemas más grandes permitirá acelerar lanzamientos y reducir costos.
- El crédito integrado abre nuevas fuentes de ingresos. BNPL, financiamiento en checkout o líneas dinámicas permiten aumentar la conversión y ticket promedio sin convertirse en un banco.
- La IA cambia la relación con el cliente. Automatiza, recomienda, vende y cobra. Quien ya la adopta, está ofreciendo experiencias más fluidas y personalizadas.
- La inclusión sigue siendo una oportunidad enorme. Negocios que combinen lo físico y lo digital, corresponsales, recargas, quioscos, wallets, podrán llegar a un mercado que aún opera en efectivo.
En esta nueva etapa, los ganadores no serán los que tengan la tecnología más sofisticada, sino los que logren resolver problemas reales del usuario, formar alianzas estratégicas y construir experiencias de pago tan simples que prácticamente desaparezcan.
Conclusiones Clave
- Los pagos dejaron de ser un simple trámite para convertirse en experiencias fluidas, invisibles y conectadas, impulsadas por IA, APIs abiertas y modelos integrados de crédito.
El ecosistema financiero latinoamericano está viviendo una de sus transformaciones más profundas. En los últimos meses, hemos visto una oleada de alianzas que están reescribiendo las reglas del juego: la colaboración entre empresas de pagos físicos y digitales como la alianza reciente entre Tapi y Bankaool, el acuerdo de PayPal con ChatGPT que lleva las compras al terreno conversacional, o la integración de Kueski con gigantes del retail para ofrecer pagos en plazos, son señales claras de un cambio estructural.
Este cambio se percibe como una “nueva” tendencia, los pagos dejaron de ser un producto para convertirse en una experiencia, y en esa transición, la colaboración se ha vuelto la nueva ventaja competitiva. Por ejemplo, estudios recientes indican que los métodos digitales y electrónicos representan ya alrededor del 60% del gasto de consumo en América Latina. Asimismo, el mercado de pagos digitales en la región se proyecta que triplique su volumen hasta alcanzar cerca de los $0.3 billones de dólares para 2027.
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La forma en que pagamos y cobramos, ya no depende sólo de una tarjeta o de una cuenta; hoy se apoya en algo más poderoso: la conexión entre ecosistemas que generan trazabilidad. La innovación dejó de ocurrir dentro de los muros de una sola institución para suceder en la frontera donde la banca, las fintech, la tecnología y el comercio se cruzan para generar valor conjunto.
El botón de pago tradicional está desapareciendo.
Los usuarios pueden comprar desde una conversación con un asistente de inteligencia artificial (IA), un reloj inteligente o una red social. Lo que antes era una acción consciente se está diluyendo en la experiencia. Por ejemplo, para 2030 se proyecta que los pagos digitales representen dos tercios del valor de las transacciones de e-commerce en la región, y casi la mitad del volumen en puntos de venta físicos. Los mejores pagos serán aquellos que el usuario ni siquiera perciba como tales.
Mientras tanto, la infraestructura financiera vive una revolución silenciosa. Lo que antes era exclusivo de los grandes bancos hoy se comparte mediante APIs que conectan fintech, comercios, billeteras digitales y plataformas regionales. Esta tendencia no elimina la competencia, la redefine: competir ahora significa colaborar mejor, es decir, integrar, adaptarse, compartir capacidades y colocar al cliente en el centro real de la ecuación. Por ejemplo, los sistemas de pagos instantáneos (FPS) pasaron de representar sólo 2% del volumen de pagos digitales en 2017 a un 45% en 2024 en la región de América Latina y el Caribe.
El crédito también está cambiando. Modelos como el Compra Ahora, Paga Después (BNPL) demuestran que el financiamiento puede integrarse de manera natural en el proceso de compra. Lo que viene es un sistema de pagos y crédito completamente entrelazado, flexible y personalizado, capaz de adaptarse al contexto del usuario y no al revés. La frontera entre pagar y financiar se desvanece, y con ella se redefine la relación entre consumo, flujo de efectivo y confianza.
A todo esto, se suma un nuevo protagonista: la inteligencia artificial. La IA está transformando el punto de venta en un punto de experiencia. Ya no solo responde, ahora sugiere, anticipa y ejecuta. Desde un chat, un mensaje de voz o una recomendación automatizada, el cliente puede completar todo el ciclo de compra y pago sin salir del entorno en el que ya está. Esto abre una oportunidad enorme para diseñar interacciones más humanas, más ágiles e inteligentes.
Pero la verdadera innovación no será digital si no es incluyente. En un país donde el efectivo sigue dominando, el futuro de los pagos pasa por integrar el mundo físico con el digital. Las redes de corresponsales, los puntos de recarga y los canales presenciales seguirán siendo esenciales para llegar a millones de personas que hoy están fuera del sistema. El desafío no está solo en la tecnología, sino en construir confianza, educación y acceso. Por ejemplo, desde 2017 hasta 2021, la cantidad de fintech en la región creció de 1,166 a 2,482 plataformas, impulsadas por la necesidad de inclusión financiera.
Estamos entrando en una etapa en la que la colaboración deja de ser estrategia para convertirse en una forma de operar. Los límites entre banco y fintech, entre app y tienda, entre producto y servicio, se están desdibujando. Y en ese terreno, el valor no lo define la infraestructura ni la escala, sino la capacidad de entender y resolver necesidades reales del usuario.
El dinero está dejando de ser un instrumento para transformarse en una experiencia. Los pagos, más que una transacción, son ahora una conversación entre personas, marcas y datos. La pregunta que deberíamos hacernos no es quién dominará el futuro de los pagos, sino quién se atreverá a construirlo en conjunto. Porque el futuro, como el dinero, solo vale cuando circula.
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Qué significa todo esto para las compañías
Para los negocios, desde fintech hasta retailers, PyMEs y creadores de nuevos productos, esta transformación no es solo una tendencia: es una oportunidad estratégica.
- Los pagos dejan de ser un complemento y se vuelven una ventaja competitiva. Integrar métodos digitales, instantáneos o conversacionales ya no es “innovar”, es mantenerse relevante.
- Las alianzas serán clave para crecer. Ninguna empresa podrá competir sola. Conectar APIs, sumar capacidades de terceros o integrarse a ecosistemas más grandes permitirá acelerar lanzamientos y reducir costos.
- El crédito integrado abre nuevas fuentes de ingresos. BNPL, financiamiento en checkout o líneas dinámicas permiten aumentar la conversión y ticket promedio sin convertirse en un banco.
- La IA cambia la relación con el cliente. Automatiza, recomienda, vende y cobra. Quien ya la adopta, está ofreciendo experiencias más fluidas y personalizadas.
- La inclusión sigue siendo una oportunidad enorme. Negocios que combinen lo físico y lo digital, corresponsales, recargas, quioscos, wallets, podrán llegar a un mercado que aún opera en efectivo.
En esta nueva etapa, los ganadores no serán los que tengan la tecnología más sofisticada, sino los que logren resolver problemas reales del usuario, formar alianzas estratégicas y construir experiencias de pago tan simples que prácticamente desaparezcan.
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