El futuro de los pagos no se mide en segundos, sino en confianza

Cuando la confianza se vuelve el nuevo desafío.

Por Adriana Ovando Nov 14, 2025
treety | Getty Images

Las opiniones expresadas por los colaboradores de Entrepreneur son personales.

Conclusiones Clave

  • A medida que aumentan las transacciones digitales, la velocidad deja de ser el reto.
  • El verdadero diferenciador será la capacidad del sistema financiero para ofrecer seguridad, trazabilidad y controles personalizados que fortalezcan la confianza del usuario.

Cada día movemos dinero con un clic, pero seguimos desconfiando de que sea seguro hacerlo. En un país donde el Sistema de Pagos Electrónicos Interbancarios (SPEI) procesa más de $5,300 millones de transferencias al año, con un crecimiento anual de 22% según datos de Banxico de 2024, la velocidad ya no es el reto, sino la seguridad.

Por eso, a partir del 1 de octubre de 2025, la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV) exige que cada usuario defina su Monto Transaccional del Usuario (MTU), una nueva medida que marca la frontera entre la conveniencia y el control.

Aunque a simple vista parezca una restricción, esta disposición revela algo más profundo: la infraestructura de pagos mexicana está entrando en una nueva etapa, una en la que la resiliencia, la trazabilidad y la seguridad son tan esenciales como la inmediatez.

El cambio: personalizar el riesgo en la era digital

De acuerdo con la Circular Única de Bancos publicada por la CNBV, todas las instituciones financieras deben haber habilitado en sus plataformas digitales la opción del MTU.

Esto implica que cada usuario, ya sea persona física o moral, debe haber defindo un límite máximo para sus transferencias electrónicas. Si no se hizo antes del 30 de septiembre de 2025, el banco estableció automáticamente un tope de 1,500 Unidades de Inversión (UDIS), equivalente a aproximadamente $12,500 pesos mexicanos.

El nuevo límite aplica a transferencias SPEI, pagos de servicios, tarjetas de crédito y envíos a terceros. Para servicios de baja cuantía como CoDi, DiMo o Transferencias Express, el límite máximo sigue siendo el mismo (1,500 UDIS) y no se ve afectado por el MTU configurado por el cliente.

El objetivo no es limitar la actividad digital, sino hacerla más segura y predecible. En un entorno donde las operaciones digitales crecen más rápido que la educación financiera o la cultura de ciberseguridad, esta regulación obliga a los bancos a integrar mecanismos de protección personalizados y a los usuarios a reflexionar sobre su nivel de exposición.

De la regulación a la resiliencia: ¿qué hay detrás del MTU?

Más que un ajuste operativo, el MTU representa una transformación silenciosa en la forma en que México entiende la infraestructura de pagos.

Durante años, el SPEI ha sido el orgullo del sistema financiero mexicano: un modelo robusto, interoperable y de operación continua. Pero con el crecimiento exponencial de las transacciones y la llegada de nuevos jugadores (wallets, Fintech y plataformas instantáneas), el sistema enfrenta una presión sin precedentes para garantizar seguridad sin sacrificar agilidad.

“El verdadero valor del SPEI no está solo en su velocidad, sino en su capacidad para adaptarse a un entorno donde el riesgo, la interoperabilidad y la confianza deben evolucionar al mismo ritmo”, señala Daniel Mendieta, Executive Director de Conecta.

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Seguridad y trazabilidad: los nuevos pilares del sistema financiero

Las disposiciones de la CNBV llegan en un momento clave. A medida que los servicios de pago se digitalizan, el riesgo de fraude, phishing o robo de identidad se ha multiplicado. De acuerdo con la CONDUSEF, las quejas por operaciones no reconocidas en banca móvil crecieron más de 35% en 2024, un reflejo de que la innovación necesita un marco de control sólido.

La infraestructura de pagos del futuro no se medirá por la cantidad de transacciones por segundo, sino por su capacidad de resistir incidentes, aislar vulnerabilidades y garantizar trazabilidad total. Cada límite, cada capa de seguridad, cada operación SPEI forma parte de una red que no solo procesa dinero, sino confianza digital.

Más allá del límite: hacia un modelo de infraestructura consciente del riesgo

El nuevo límite transaccional no es el final del camino, sino el primer paso hacia una arquitectura más consciente del riesgo. En los próximos años, veremos un ecosistema financiero más segmentado y orientado a la interoperabilidad, donde cada participante desde bancos hasta proveedores tecnológicos deberá demostrar que su infraestructura no solo es eficiente, sino también resiliente y verificable.

“El futuro de los pagos no se definirá por quién llega primero, sino por quién llega más seguro, esa seguridad empieza en la infraestructura”, agrega Mendieta.

A diferencia de otros mercados, México tiene la ventaja de contar con un banco central que impulsa la digitalización con una visión de largo plazo, pero la verdadera sostenibilidad dependerá de la colaboración entre instituciones, reguladores y proveedores de infraestructura.

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Infraestructura como sinónimo de confianza

Cada SPEI que llega a destino sin fricción es más que una transacción: es un voto de confianza en el sistema. El reto para el futuro no es mover más rápido el dinero, sino garantizar que cada transferencia digital viaje por una infraestructura segura, trazable y preparada para el cambio.

Conclusiones Clave

  • A medida que aumentan las transacciones digitales, la velocidad deja de ser el reto.
  • El verdadero diferenciador será la capacidad del sistema financiero para ofrecer seguridad, trazabilidad y controles personalizados que fortalezcan la confianza del usuario.

Cada día movemos dinero con un clic, pero seguimos desconfiando de que sea seguro hacerlo. En un país donde el Sistema de Pagos Electrónicos Interbancarios (SPEI) procesa más de $5,300 millones de transferencias al año, con un crecimiento anual de 22% según datos de Banxico de 2024, la velocidad ya no es el reto, sino la seguridad.

Por eso, a partir del 1 de octubre de 2025, la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV) exige que cada usuario defina su Monto Transaccional del Usuario (MTU), una nueva medida que marca la frontera entre la conveniencia y el control.

Aunque a simple vista parezca una restricción, esta disposición revela algo más profundo: la infraestructura de pagos mexicana está entrando en una nueva etapa, una en la que la resiliencia, la trazabilidad y la seguridad son tan esenciales como la inmediatez.

El cambio: personalizar el riesgo en la era digital

De acuerdo con la Circular Única de Bancos publicada por la CNBV, todas las instituciones financieras deben haber habilitado en sus plataformas digitales la opción del MTU.

Esto implica que cada usuario, ya sea persona física o moral, debe haber defindo un límite máximo para sus transferencias electrónicas. Si no se hizo antes del 30 de septiembre de 2025, el banco estableció automáticamente un tope de 1,500 Unidades de Inversión (UDIS), equivalente a aproximadamente $12,500 pesos mexicanos.

El nuevo límite aplica a transferencias SPEI, pagos de servicios, tarjetas de crédito y envíos a terceros. Para servicios de baja cuantía como CoDi, DiMo o Transferencias Express, el límite máximo sigue siendo el mismo (1,500 UDIS) y no se ve afectado por el MTU configurado por el cliente.

El objetivo no es limitar la actividad digital, sino hacerla más segura y predecible. En un entorno donde las operaciones digitales crecen más rápido que la educación financiera o la cultura de ciberseguridad, esta regulación obliga a los bancos a integrar mecanismos de protección personalizados y a los usuarios a reflexionar sobre su nivel de exposición.

De la regulación a la resiliencia: ¿qué hay detrás del MTU?

Más que un ajuste operativo, el MTU representa una transformación silenciosa en la forma en que México entiende la infraestructura de pagos.

Durante años, el SPEI ha sido el orgullo del sistema financiero mexicano: un modelo robusto, interoperable y de operación continua. Pero con el crecimiento exponencial de las transacciones y la llegada de nuevos jugadores (wallets, Fintech y plataformas instantáneas), el sistema enfrenta una presión sin precedentes para garantizar seguridad sin sacrificar agilidad.

“El verdadero valor del SPEI no está solo en su velocidad, sino en su capacidad para adaptarse a un entorno donde el riesgo, la interoperabilidad y la confianza deben evolucionar al mismo ritmo”, señala Daniel Mendieta, Executive Director de Conecta.

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Seguridad y trazabilidad: los nuevos pilares del sistema financiero

Las disposiciones de la CNBV llegan en un momento clave. A medida que los servicios de pago se digitalizan, el riesgo de fraude, phishing o robo de identidad se ha multiplicado. De acuerdo con la CONDUSEF, las quejas por operaciones no reconocidas en banca móvil crecieron más de 35% en 2024, un reflejo de que la innovación necesita un marco de control sólido.

La infraestructura de pagos del futuro no se medirá por la cantidad de transacciones por segundo, sino por su capacidad de resistir incidentes, aislar vulnerabilidades y garantizar trazabilidad total. Cada límite, cada capa de seguridad, cada operación SPEI forma parte de una red que no solo procesa dinero, sino confianza digital.

Más allá del límite: hacia un modelo de infraestructura consciente del riesgo

El nuevo límite transaccional no es el final del camino, sino el primer paso hacia una arquitectura más consciente del riesgo. En los próximos años, veremos un ecosistema financiero más segmentado y orientado a la interoperabilidad, donde cada participante desde bancos hasta proveedores tecnológicos deberá demostrar que su infraestructura no solo es eficiente, sino también resiliente y verificable.

“El futuro de los pagos no se definirá por quién llega primero, sino por quién llega más seguro, esa seguridad empieza en la infraestructura”, agrega Mendieta.

A diferencia de otros mercados, México tiene la ventaja de contar con un banco central que impulsa la digitalización con una visión de largo plazo, pero la verdadera sostenibilidad dependerá de la colaboración entre instituciones, reguladores y proveedores de infraestructura.

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Infraestructura como sinónimo de confianza

Cada SPEI que llega a destino sin fricción es más que una transacción: es un voto de confianza en el sistema. El reto para el futuro no es mover más rápido el dinero, sino garantizar que cada transferencia digital viaje por una infraestructura segura, trazable y preparada para el cambio.

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