A los líderes no se les juzga por el esfuerzo, sino por su juicio. Así puedes agudizar el tuyo
Mientras más alto llegas, menos sabes — y más puede definir tu carrera cada decisión que tomes.
Las opiniones expresadas por los colaboradores de Entrepreneur son personales.
Conclusiones Clave
- Detén las decisiones apresuradas. Tómate tiempo para debatir suposiciones, evaluar opciones y respirar.
- Equilibra la confianza con curiosidad. Conforme asciendes en tu carrera, tu rol cambia: de tener las respuestas a formular las preguntas correctas.
- Antes de enfocarte en movimientos tácticos, amplía la perspectiva y considera el impacto a largo plazo.
- Basa tu juicio en principios, no solo en corazonadas, y apóyate en la experiencia, los datos y la retroalimentación (no solo en tu “expertise”).
Según la 28.ª Encuesta Global Anual de CEOs de PwC, el 40% de los directores ejecutivos cree que su empresa no será viable en diez años si sigue por su camino actual. Esto no es solo ansiedad; es la prueba de que los líderes están bajo presión para tomar decisiones más importantes que nunca. Al inicio de tu carrera, el esfuerzo y la productividad cuentan. Pero conforme asciendes, se te evalúa menos por lo que haces y más por lo sabiamente que decides.
Consejos, inversores, empleados e incluso los mercados no solo observan tu proceso; miran los resultados. ¿Fuiste valiente pero reflexivo? ¿Evaluaste los pros y contras? ¿Tu decisión protegió la cultura laboral, impulsó el negocio y generó valor a largo plazo?
En la cima, el juicio ya no se trata de eficiencia, sino de impacto. Y es más difícil que nunca. Aquí hay cinco formas de agudizarlo:
Relacionado: 5 principios clave de liderazgo que dan resultados reales
1. Detén las decisiones apresuradas
Mientras más alto asciendes, más rápido parece que va todo. Correos urgentes, demandas de inversores, crisis inesperadas: cada situación grita “decide ahora”. Sin embargo, actuar con rapidez pocas veces es lo mismo que hacerlo con sabiduría.
Los líderes fuertes saben cuándo ganar tiempo (no semanas, sino horas o días) para debatir suposiciones, evaluar opciones y respirar. Esa pausa puede marcar la diferencia entre una acción impulsiva y una decisión duradera.
Satya Nadella, por ejemplo, ha sido elogiado por resistir la tentación de tomar decisiones precipitadas en Microsoft. Su enfoque deliberado al reestructurar la compañía, tomándose el tiempo suficiente para plantearse preguntas de visión general, preparó a la empresa para su recuperación. Tomarse tiempo en decisiones importantes no es debilidad. Es disciplina.
2. Equilibra la confianza con la curiosidad
Sí, la gente quiere líderes decididos. Pero el exceso de confianza destruye el buen juicio. Los líderes que asumen que son la persona más inteligente en la sala pasan por alto puntos ciegos que todos los demás ven.
La ironía es que, cuanto más asciendes, menos eres realmente el experto en el tema. Te rodean especialistas. Tu rol pasa de tener las respuestas a formular las preguntas correctas. Los grandes líderes equilibran la convicción con la curiosidad. Se preguntan: ¿Qué me estoy perdiendo? ¿Quién más debería opinar?
La investigación lo respalda. Un artículo de la revista Behavioral Science & Policy sobre el sesgo de exceso de confianza sostiene que los líderes que confían demasiado en su propio juicio y desestiman los consejos de expertos o las perspectivas externas tienen más probabilidades de obtener malos resultados en sus decisiones. El buen juicio consiste en saber cuándo pedir otras opiniones.
Relacionado: Cómo hacer preguntas verdaderamente poderosas como líder (y por qué es importante)
3. Amplía la perspectiva antes de enfocarte en los detalles
Una decisión que parece inteligente este trimestre puede resultar desastrosa dentro de tres años. El cortoplacismo es una trampa del juicio, y los líderes que caen en ella suelen pagar el precio.
En una conversación reciente con un líder de franquicias sobre la rentabilidad de los franquiciatarios durante un ciclo económico difícil, la solución inmediata parecía ser distribuir por adelantado los reembolsos del siguiente trimestre. Sin embargo, al considerar el impacto a largo plazo, quedó claro que “pedir prestado” del futuro no era una opción sostenible y que existían mejores alternativas para lograr un éxito duradero.
La lección: antes de concentrarte en movimientos tácticos, amplía la mirada y revisa tu horizonte. Pregúntate: ¿cómo se verá esto en seis meses? ¿En tres años? ¿En diez?
4. Usa principios, no solo la intuición
La intuición puede ser poderosa. Pero la intuición sin límites es peligrosa. Las decisiones realmente importantes exigen coherencia, y la coherencia nace de los principios.
Los famosos Principios de liderazgo (Leadership Principles) de Amazon son un gran ejemplo. Ofrecen a los líderes de toda la empresa un marco para tomar decisiones bajo presión, asegurando que sus juicios estén alineados con valores como la obsesión por el cliente y la visión a largo plazo.
Cuando los líderes anclan su criterio en principios —ya sean valores culturales, filtros estratégicos o líneas rojas— evitan que las decisiones fluctúen según las emociones o la política interna. La intuición sigue siendo valiosa, pero es guiada por algo más profundo que orienta los posibles riesgos y beneficios de cada decisión importante.
Relacionado: Cómo tomar mejores decisiones bajo presión, según un médico de urgencias con 20 años de experiencia
5. Apóyate en la experiencia, los datos y la retroalimentación — no solo en la pericia
Aunque el tiempo aporta sabiduría, con cada ascenso te vuelves menos experto en el tema y más responsable de las decisiones que realmente importan. Esa es la gran paradoja del liderazgo: estás más lejos de los detalles, pero más cerca de los juicios críticos. Por eso, el cómo decides se vuelve esencial.
Un buen juicio se sostiene en tres pilares:
- La experiencia da perspectiva. Has visto patrones, aprendido de errores y sabes que postergar decisiones difíciles rara vez ayuda.
- Los datos te aterrizan. No deciden por ti, pero evitan que racionalices lo que quisieras que fuera verdad.
- La retroalimentación te equilibra. Las voces diversas revelan puntos ciegos, sin quitarte el valor de tomar la decisión final.
Alguna vez asesoré a la directora general de una empresa de $500 millones de dólares que debía decidir si cerrar una división con 200 empleados. Su equipo estaba dividido: la mitad quería cerrarla; la otra mitad, mantenerla. Aplicó este marco: reflexionó sobre errores pasados (experiencia), analizó seis trimestres consecutivos de resultados negativos (datos) y escuchó las preocupaciones culturales de su equipo (retroalimentación).
Su instinto inicial fue postergar. Pero se detuvo, tomó distancia y se apoyó en su principio de disciplina de capital. La decisión: cerrar. Fue impopular al momento, pero el capital liberado se reinvirtió en iniciativas de crecimiento que duplicaron los ingresos en dos años. Su conclusión: el liderazgo no se trata de ser querido en el presente, sino de tomar decisiones que ganan respeto con el tiempo.
La paradoja del liderazgo es esta: mientras más alto llegas, menos decisiones tácticas tomas, pero más trascendentes son los juicios que enfrentas. No serás recordado por cuántas decisiones tomaste, sino por el juicio que aplicaste en las pocas que realmente importaron. Porque en la cima, te juzgan por tu juicio.
Conclusiones Clave
- Detén las decisiones apresuradas. Tómate tiempo para debatir suposiciones, evaluar opciones y respirar.
- Equilibra la confianza con curiosidad. Conforme asciendes en tu carrera, tu rol cambia: de tener las respuestas a formular las preguntas correctas.
- Antes de enfocarte en movimientos tácticos, amplía la perspectiva y considera el impacto a largo plazo.
- Basa tu juicio en principios, no solo en corazonadas, y apóyate en la experiencia, los datos y la retroalimentación (no solo en tu “expertise”).
Según la 28.ª Encuesta Global Anual de CEOs de PwC, el 40% de los directores ejecutivos cree que su empresa no será viable en diez años si sigue por su camino actual. Esto no es solo ansiedad; es la prueba de que los líderes están bajo presión para tomar decisiones más importantes que nunca. Al inicio de tu carrera, el esfuerzo y la productividad cuentan. Pero conforme asciendes, se te evalúa menos por lo que haces y más por lo sabiamente que decides.
Consejos, inversores, empleados e incluso los mercados no solo observan tu proceso; miran los resultados. ¿Fuiste valiente pero reflexivo? ¿Evaluaste los pros y contras? ¿Tu decisión protegió la cultura laboral, impulsó el negocio y generó valor a largo plazo?
En la cima, el juicio ya no se trata de eficiencia, sino de impacto. Y es más difícil que nunca. Aquí hay cinco formas de agudizarlo:
Relacionado: 5 principios clave de liderazgo que dan resultados reales
1. Detén las decisiones apresuradas
Mientras más alto asciendes, más rápido parece que va todo. Correos urgentes, demandas de inversores, crisis inesperadas: cada situación grita “decide ahora”. Sin embargo, actuar con rapidez pocas veces es lo mismo que hacerlo con sabiduría.
Los líderes fuertes saben cuándo ganar tiempo (no semanas, sino horas o días) para debatir suposiciones, evaluar opciones y respirar. Esa pausa puede marcar la diferencia entre una acción impulsiva y una decisión duradera.
Satya Nadella, por ejemplo, ha sido elogiado por resistir la tentación de tomar decisiones precipitadas en Microsoft. Su enfoque deliberado al reestructurar la compañía, tomándose el tiempo suficiente para plantearse preguntas de visión general, preparó a la empresa para su recuperación. Tomarse tiempo en decisiones importantes no es debilidad. Es disciplina.
2. Equilibra la confianza con la curiosidad
Sí, la gente quiere líderes decididos. Pero el exceso de confianza destruye el buen juicio. Los líderes que asumen que son la persona más inteligente en la sala pasan por alto puntos ciegos que todos los demás ven.
La ironía es que, cuanto más asciendes, menos eres realmente el experto en el tema. Te rodean especialistas. Tu rol pasa de tener las respuestas a formular las preguntas correctas. Los grandes líderes equilibran la convicción con la curiosidad. Se preguntan: ¿Qué me estoy perdiendo? ¿Quién más debería opinar?
La investigación lo respalda. Un artículo de la revista Behavioral Science & Policy sobre el sesgo de exceso de confianza sostiene que los líderes que confían demasiado en su propio juicio y desestiman los consejos de expertos o las perspectivas externas tienen más probabilidades de obtener malos resultados en sus decisiones. El buen juicio consiste en saber cuándo pedir otras opiniones.
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3. Amplía la perspectiva antes de enfocarte en los detalles
Una decisión que parece inteligente este trimestre puede resultar desastrosa dentro de tres años. El cortoplacismo es una trampa del juicio, y los líderes que caen en ella suelen pagar el precio.
En una conversación reciente con un líder de franquicias sobre la rentabilidad de los franquiciatarios durante un ciclo económico difícil, la solución inmediata parecía ser distribuir por adelantado los reembolsos del siguiente trimestre. Sin embargo, al considerar el impacto a largo plazo, quedó claro que “pedir prestado” del futuro no era una opción sostenible y que existían mejores alternativas para lograr un éxito duradero.
La lección: antes de concentrarte en movimientos tácticos, amplía la mirada y revisa tu horizonte. Pregúntate: ¿cómo se verá esto en seis meses? ¿En tres años? ¿En diez?
4. Usa principios, no solo la intuición
La intuición puede ser poderosa. Pero la intuición sin límites es peligrosa. Las decisiones realmente importantes exigen coherencia, y la coherencia nace de los principios.
Los famosos Principios de liderazgo (Leadership Principles) de Amazon son un gran ejemplo. Ofrecen a los líderes de toda la empresa un marco para tomar decisiones bajo presión, asegurando que sus juicios estén alineados con valores como la obsesión por el cliente y la visión a largo plazo.
Cuando los líderes anclan su criterio en principios —ya sean valores culturales, filtros estratégicos o líneas rojas— evitan que las decisiones fluctúen según las emociones o la política interna. La intuición sigue siendo valiosa, pero es guiada por algo más profundo que orienta los posibles riesgos y beneficios de cada decisión importante.
Relacionado: Cómo tomar mejores decisiones bajo presión, según un médico de urgencias con 20 años de experiencia
5. Apóyate en la experiencia, los datos y la retroalimentación — no solo en la pericia
Aunque el tiempo aporta sabiduría, con cada ascenso te vuelves menos experto en el tema y más responsable de las decisiones que realmente importan. Esa es la gran paradoja del liderazgo: estás más lejos de los detalles, pero más cerca de los juicios críticos. Por eso, el cómo decides se vuelve esencial.
Un buen juicio se sostiene en tres pilares:
- La experiencia da perspectiva. Has visto patrones, aprendido de errores y sabes que postergar decisiones difíciles rara vez ayuda.
- Los datos te aterrizan. No deciden por ti, pero evitan que racionalices lo que quisieras que fuera verdad.
- La retroalimentación te equilibra. Las voces diversas revelan puntos ciegos, sin quitarte el valor de tomar la decisión final.
Alguna vez asesoré a la directora general de una empresa de $500 millones de dólares que debía decidir si cerrar una división con 200 empleados. Su equipo estaba dividido: la mitad quería cerrarla; la otra mitad, mantenerla. Aplicó este marco: reflexionó sobre errores pasados (experiencia), analizó seis trimestres consecutivos de resultados negativos (datos) y escuchó las preocupaciones culturales de su equipo (retroalimentación).
Su instinto inicial fue postergar. Pero se detuvo, tomó distancia y se apoyó en su principio de disciplina de capital. La decisión: cerrar. Fue impopular al momento, pero el capital liberado se reinvirtió en iniciativas de crecimiento que duplicaron los ingresos en dos años. Su conclusión: el liderazgo no se trata de ser querido en el presente, sino de tomar decisiones que ganan respeto con el tiempo.
La paradoja del liderazgo es esta: mientras más alto llegas, menos decisiones tácticas tomas, pero más trascendentes son los juicios que enfrentas. No serás recordado por cuántas decisiones tomaste, sino por el juicio que aplicaste en las pocas que realmente importaron. Porque en la cima, te juzgan por tu juicio.
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