En la era de la IA, estas habilidades les permitirán a los mercadólogos seguir siendo esenciales

La IA está transformando el marketing, obligando a los profesionales a dejar atrás la ejecución de tareas y a abrazar el juicio y la creatividad.

Por Jason Greenwood Sep 11, 2025
gorodenkoff | Getty Images

Las opiniones expresadas por los colaboradores de Entrepreneur son personales.

Conclusiones Clave

  • La IA automatiza las tareas rutinarias, pero el discernimiento humano, la empatía y la creatividad siguen siendo irremplazables.
  • El futuro del marketing depende de pasar de métricas de vanidad a medidas impulsadas por el impacto en el negocio.
  • La próxima generación de mercadólogos debe evolucionar de ejecutores a orquestadores de significado.

La mayoría de los grandes cambios en el marketing no se anuncian con un comunicado de prensa; llegan como un golpe que altera el tablero de ajedrez. Fui testigo de esto durante el auge de las puntocom, un evento tectónico que transformó de manera sustancial mi profesión.

Sin embargo, la disrupción que enfrentamos hoy con la inteligencia artificial (IA) representa un cambio de magnitud aún mayor. No se trata simplemente de una nueva herramienta; se siente más como un evento de extinción para toda una forma de trabajar. Como resultado, el entorno profesional está cambiando a una velocidad vertiginosa y, para los mercadólogos, la elección es la misma que en la naturaleza: adaptarse o desaparecer.

La división crea dos caminos. Uno conduce a la obsolescencia, donde los mercadólogos se aferran a tareas que ahora las máquinas ejecutan mejor y más rápido. El otro lleva a la relevancia duradera, donde las habilidades humanas de estrategia y orquestación definirán el futuro de la industria.

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La paradoja de la producción infinita

Las primeras víctimas de la IA son justamente las funciones que alguna vez consideramos centrales en nuestro trabajo diario, como la producción de anuncios, la creación de contenido y los reportes de análisis. Cualquier tarea que siga un patrón predecible está ahora en camino a la automatización. Pero aquí radica la paradoja: a medida que el costo de crear contenido se desploma a cero, también lo hace su valor estratégico. Nos dirigimos hacia un futuro saturado de producción infinita e intercambiable. Un mar de uniformidad.

La reacción a este futuro ya es visible. Los consumidores están demostrando ser expertos en ignorar mensajes predecibles, y su instinto para detectar contenido generado por bots se agudiza cada vez más. 

Esta poderosa respuesta humana significa que las herramientas diseñadas para hacer el marketing más eficiente ahora corren el riesgo de volverlo completamente invisible. La producción infinita genera cero distinción: una batalla que estas máquinas, por más poderosas que sean, no están equipadas para ganar. 

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El auge del “Coreógrafo Humano”

Pero es precisamente aquí donde los mercadólogos humanos volverán a reafirmar su valor. En un mundo donde cualquiera puede generar un anuncio, la ventaja ya no está en hacer, sino en dar significado. Por brillante que sea, la IA carece de verdadera consciencia. Esto se evidencia en su incapacidad para comprender el porqué detrás del qué. Puede ejecutar un paso a la perfección, pero no sabe qué bailarines poner en escena, qué música encaja con el momento, ni cómo debería hacer sentir la actuación al público.

Por lo tanto, el mercadólogo del futuro debe evolucionar de operador a orquestador: un coreógrafo humano que moldea la cultura, percibe la emoción del cliente y navega la complejidad organizacional que las máquinas ni siquiera pueden ver. Este nuevo rol se sustenta en tres pilares irremplazables que forman el núcleo no automatizable del liderazgo moderno en marketing:

  • Discernimiento: La IA puede generar cientos de opciones, pero muchas son derivadas o incluso inventadas. La ventaja humana es el juicio: distinguir la señal del ruido, saber cuándo actuar y cuándo esperar. En una era de abundancia, el valor no proviene de más ideas, sino de la capacidad humana de filtrar, priorizar y apostar correctamente.
  • Empatía: En su esencia, el marketing se trata de construir relaciones, y las marcas se edifican sobre la confianza. Una máquina puede analizar sentimientos, pero no puede captar las señales emocionales no expresadas que crean conexiones genuinas. Esta carencia convierte a la empatía en la moneda definitiva de la lealtad a la marca en un mundo de mensajes automatizados.
  • Salto creativo: La IA predice extrapolando del pasado. Pero las ideas más poderosas que transforman culturas surgen al romper patrones por completo. Este salto de imaginación, la chispa que redefine una categoría o captura el espíritu de la época, sigue perteneciendo únicamente a la mente humana.

En conjunto, estos tres pilares —discernimiento, empatía y creatividad— permiten a los líderes humanos generar significado en un mundo de ruido automatizado. Pero poseer estas habilidades no es suficiente. Para seguir siendo esenciales, los mercadólogos deben demostrar su valor en el único lenguaje que los negocios comprenden: impacto.

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Redefiniendo el marcador del éxito

Durante demasiado tiempo, el marketing se ha protegido detrás del cómodo escudo de las métricas de vanidad: interminables gráficos de impresiones y clics, junto con premios creativos que significan poco para la alta dirección. Estos resultados pueden darnos cierta tranquilidad, pero no convencen a quienes controlan el presupuesto. Mi prueba de fuego es sencilla: ¿podría presentar esta métrica a mi CFO y que comprendiera de inmediato su conexión con el valor de la empresa? 

Responder a esa pregunta obliga a una revisión completa de nuestros tableros de control, anclando nuestro desempeño en las métricas que realmente importan: 

  • Economía del cliente: Una visión clara del costo de adquisición de clientes (CAC), el valor de vida del cliente (LTV) y la retención. 
  • Contribución a los ingresos: Seguimiento de la demanda calificada que se convierte en oportunidades de negocio, no solo del volumen bruto de prospectos. 
  • La marca como activo: Medir el crecimiento en reconocimiento, preferencia y confianza como indicadores adelantados del éxito futuro. 

Al alinear nuestro trabajo con estas métricas, el marketing se transforma de un gasto operativo en un motor de crecimiento indiscutible. 

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El departamento de marketing, reinventado

La próxima ola del marketing no se definirá tanto por los roles que desaparecen como por los que emergen. Las organizaciones más visionarias ya están reinventando sus equipos con nuevas especialidades, como: Arquitectos de prompts de IA, que dominan el arte de moldear modelos; Guardianes de Ética y Confianza, que protegen la credibilidad de la marca; y Orquestadores de Integración, que fusionan la ciencia de datos y la creatividad en una historia coherente. 

En última instancia, el resultado será un departamento con menos ejecutores y más coreógrafos. El equipo de marketing del futuro deja de ser una línea de ensamblaje para convertirse en una torre de control del crecimiento y la experiencia del cliente. 

Los líderes que prosperen serán aquellos que evolucionen más allá del marketing tradicional para convertirse en coreógrafos del significado, la confianza y el crecimiento. Para ellos, la adaptación no es opcional: solo lo es la velocidad de la transformación. 

Relacionado: La IA está transformando el lugar de trabajo, incluido el marketing en redes sociales. Así es como las empresas pueden aprovecharla

Conclusiones Clave

  • La IA automatiza las tareas rutinarias, pero el discernimiento humano, la empatía y la creatividad siguen siendo irremplazables.
  • El futuro del marketing depende de pasar de métricas de vanidad a medidas impulsadas por el impacto en el negocio.
  • La próxima generación de mercadólogos debe evolucionar de ejecutores a orquestadores de significado.

La mayoría de los grandes cambios en el marketing no se anuncian con un comunicado de prensa; llegan como un golpe que altera el tablero de ajedrez. Fui testigo de esto durante el auge de las puntocom, un evento tectónico que transformó de manera sustancial mi profesión.

Sin embargo, la disrupción que enfrentamos hoy con la inteligencia artificial (IA) representa un cambio de magnitud aún mayor. No se trata simplemente de una nueva herramienta; se siente más como un evento de extinción para toda una forma de trabajar. Como resultado, el entorno profesional está cambiando a una velocidad vertiginosa y, para los mercadólogos, la elección es la misma que en la naturaleza: adaptarse o desaparecer.

La división crea dos caminos. Uno conduce a la obsolescencia, donde los mercadólogos se aferran a tareas que ahora las máquinas ejecutan mejor y más rápido. El otro lleva a la relevancia duradera, donde las habilidades humanas de estrategia y orquestación definirán el futuro de la industria.

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La paradoja de la producción infinita

Las primeras víctimas de la IA son justamente las funciones que alguna vez consideramos centrales en nuestro trabajo diario, como la producción de anuncios, la creación de contenido y los reportes de análisis. Cualquier tarea que siga un patrón predecible está ahora en camino a la automatización. Pero aquí radica la paradoja: a medida que el costo de crear contenido se desploma a cero, también lo hace su valor estratégico. Nos dirigimos hacia un futuro saturado de producción infinita e intercambiable. Un mar de uniformidad.

La reacción a este futuro ya es visible. Los consumidores están demostrando ser expertos en ignorar mensajes predecibles, y su instinto para detectar contenido generado por bots se agudiza cada vez más. 

Esta poderosa respuesta humana significa que las herramientas diseñadas para hacer el marketing más eficiente ahora corren el riesgo de volverlo completamente invisible. La producción infinita genera cero distinción: una batalla que estas máquinas, por más poderosas que sean, no están equipadas para ganar. 

Relacionado: Sam Altman advierte que los bots están haciendo que las redes sociales se sientan cada vez más falsas

El auge del “Coreógrafo Humano”

Pero es precisamente aquí donde los mercadólogos humanos volverán a reafirmar su valor. En un mundo donde cualquiera puede generar un anuncio, la ventaja ya no está en hacer, sino en dar significado. Por brillante que sea, la IA carece de verdadera consciencia. Esto se evidencia en su incapacidad para comprender el porqué detrás del qué. Puede ejecutar un paso a la perfección, pero no sabe qué bailarines poner en escena, qué música encaja con el momento, ni cómo debería hacer sentir la actuación al público.

Por lo tanto, el mercadólogo del futuro debe evolucionar de operador a orquestador: un coreógrafo humano que moldea la cultura, percibe la emoción del cliente y navega la complejidad organizacional que las máquinas ni siquiera pueden ver. Este nuevo rol se sustenta en tres pilares irremplazables que forman el núcleo no automatizable del liderazgo moderno en marketing:

  • Discernimiento: La IA puede generar cientos de opciones, pero muchas son derivadas o incluso inventadas. La ventaja humana es el juicio: distinguir la señal del ruido, saber cuándo actuar y cuándo esperar. En una era de abundancia, el valor no proviene de más ideas, sino de la capacidad humana de filtrar, priorizar y apostar correctamente.
  • Empatía: En su esencia, el marketing se trata de construir relaciones, y las marcas se edifican sobre la confianza. Una máquina puede analizar sentimientos, pero no puede captar las señales emocionales no expresadas que crean conexiones genuinas. Esta carencia convierte a la empatía en la moneda definitiva de la lealtad a la marca en un mundo de mensajes automatizados.
  • Salto creativo: La IA predice extrapolando del pasado. Pero las ideas más poderosas que transforman culturas surgen al romper patrones por completo. Este salto de imaginación, la chispa que redefine una categoría o captura el espíritu de la época, sigue perteneciendo únicamente a la mente humana.

En conjunto, estos tres pilares —discernimiento, empatía y creatividad— permiten a los líderes humanos generar significado en un mundo de ruido automatizado. Pero poseer estas habilidades no es suficiente. Para seguir siendo esenciales, los mercadólogos deben demostrar su valor en el único lenguaje que los negocios comprenden: impacto.

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Redefiniendo el marcador del éxito

Durante demasiado tiempo, el marketing se ha protegido detrás del cómodo escudo de las métricas de vanidad: interminables gráficos de impresiones y clics, junto con premios creativos que significan poco para la alta dirección. Estos resultados pueden darnos cierta tranquilidad, pero no convencen a quienes controlan el presupuesto. Mi prueba de fuego es sencilla: ¿podría presentar esta métrica a mi CFO y que comprendiera de inmediato su conexión con el valor de la empresa? 

Responder a esa pregunta obliga a una revisión completa de nuestros tableros de control, anclando nuestro desempeño en las métricas que realmente importan: 

  • Economía del cliente: Una visión clara del costo de adquisición de clientes (CAC), el valor de vida del cliente (LTV) y la retención. 
  • Contribución a los ingresos: Seguimiento de la demanda calificada que se convierte en oportunidades de negocio, no solo del volumen bruto de prospectos. 
  • La marca como activo: Medir el crecimiento en reconocimiento, preferencia y confianza como indicadores adelantados del éxito futuro. 

Al alinear nuestro trabajo con estas métricas, el marketing se transforma de un gasto operativo en un motor de crecimiento indiscutible. 

Relacionado: IA generativa para emprendedores: ¿automatización real o procrastinación con esteroides?

El departamento de marketing, reinventado

La próxima ola del marketing no se definirá tanto por los roles que desaparecen como por los que emergen. Las organizaciones más visionarias ya están reinventando sus equipos con nuevas especialidades, como: Arquitectos de prompts de IA, que dominan el arte de moldear modelos; Guardianes de Ética y Confianza, que protegen la credibilidad de la marca; y Orquestadores de Integración, que fusionan la ciencia de datos y la creatividad en una historia coherente. 

En última instancia, el resultado será un departamento con menos ejecutores y más coreógrafos. El equipo de marketing del futuro deja de ser una línea de ensamblaje para convertirse en una torre de control del crecimiento y la experiencia del cliente. 

Los líderes que prosperen serán aquellos que evolucionen más allá del marketing tradicional para convertirse en coreógrafos del significado, la confianza y el crecimiento. Para ellos, la adaptación no es opcional: solo lo es la velocidad de la transformación. 

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