5 lecciones de liderazgo que aprendí de los peores jefes de mi vida

Mientras practico la gratitud en esta temporada de fin de año, reflexiono sobre lo agradecida que estoy por esos malos jefes. Aquí hay cinco lecciones que me enseñaron.

Por Mita Mallick Nov 24, 2025
Getty Images

Las opiniones expresadas por los colaboradores de Entrepreneur son personales.

Conclusiones Clave

  • Aguantar a malos jefes resulta agotador, pero también deja lecciones valiosas que te muestran el tipo de líder que no quieres ser.
  • Si tu jefe —o incluso tú— muestra alguno de los siguientes rasgos, existen maneras de cambiar el rumbo y convertirte en un mejor líder.

En mi nuevo libro, The Devil Emails at Midnight: What Good Leaders Can Learn From Bad Bosses, comparto historias hilarantes y desgarradoras sobre los malos jefes que he soportado y de los que he sobrevivido. Es fácil pintar a un mal jefe como un villano de Disney o un personaje de Marvel. Mucho más difícil es sentarse a reflexionar sobre lo que hemos aprendido de estas experiencias. Y cómo esos malos jefes realmente pueden ayudarnos a convertirnos en mejores líderes.

Mientras practico la gratitud esta temporada navideña, reflexiono sobre lo agradecida que estoy por esos malos jefes. Estas son las cinco lecciones que me enseñaron.

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1. Deja de normalizar los correos de medianoche

Mi antigua jefa, a quien apodé “El Diablo”, era la jefa que nunca tenía tiempo para mí durante el día. Pero sí tenía tiempo para enviarme correos de manera constante entre las diez de la noche y las dos de la mañana. Yo empecé a responderle en las primeras horas de la mañana.

Años después, sigo haciéndome la misma pregunta: ¿por qué no tenía tiempo para mí? Como líder, si no puedes hacer tiempo durante el día para acompañar, guiar y enseñar a tu equipo, debes preguntarte: ¿para qué eres el líder?

No me avergüenza decir que la mayoría de las noches estoy dormida a medianoche. Eso no significa que no haya etapas en mi vida en las que trabajo muchísimo y me exijo de más, pero eso no es sostenible. Tengo que ser capaz de liderarme a mí misma y a mi equipo durante periodos de alta intensidad, y luego tomarme el tiempo para descansar y recuperarme.

Relacionado: ¿Le estás fallando a tus empleados? Sigue estos 3 consejos para convertirte en un líder más comprensivo y empoderador

2. Deja que las personas hagan su trabajo

“El Triturador” era mi antiguo jefe, alguien que rondaba como un helicóptero, listo para meterse en detalles que no importaban. Le encantaba complicar las tareas más simples. Disfrutaba —y dominaba— el arte de microgestionarnos a todos. Hacer nuestro trabajo parecía darle mucha más satisfacción que hacer el suyo.

Si contratamos a personas por su experiencia y conocimientos, por favor, no les hagas su trabajo. Dales espacio para trabajar. Enséñales nuevas habilidades. Acompáñalas cuando cometan errores. Deja de obsesionarte con detalles que no hacen la diferencia. Enfócate en los resultados y sé claro con las expectativas.

Relacionado: Me convertí en la jefa tóxica que juré nunca ser — estas son 4 confesiones de mi proceso de recuperación como líder

3. Dirigir desde el miedo provoca agotamiento

Nadie en mi vida me había gritado jamás —ni mis padres, ni mi hermano, ni mi esposo, ni mis amigos— hasta que trabajé para la “Medusa”. Mi exjefa gobernaba desde el miedo. Gritaba, soltaba maldiciones y señalaba agresivamente a la gente durante las reuniones. Nunca había escuchado a un jefe soltar tantas palabrotas. Incluso le lanzó uno de sus zapatos Chanel a mi colega, aunque por suerte no le dio.

Dirigir desde el miedo puede generar resultados a corto plazo. Presentarse a trabajar con miedo todos los días es agotador. El miedo mata la comunicación, aísla a los miembros del equipo, inhibe la creatividad y la innovación, y conduce al agotamiento. Crear una cultura donde todos sean tratados con respeto no debería ser un lujo. No queremos otra app de meditación gratuita, un suministro interminable de snacks elegantes, happy hours ni, definitivamente, otra hoodie que nos quede grande. Queremos ser respetados y valorados.

Relacionado: ¿Existe un ambiente laboral tóxico? Considera este foco rojo antes de aceptar el trabajo

4. Si quieres a tu gente, déjala ir

Mi antiguo jefe, apodado “Tony Soprano”, esperaba lealtad a cualquier costo. Tony me dijo que haría una asignación de un año en su equipo y que al terminar me ascenderían. Cuando se acercaba la fecha, empecé a hacer contactos dentro de la organización para averiguar qué quería hacer después. Cuando se enteró, se puso furioso. Me dijo que la asignación en realidad duraría de dos a cuatro años porque ni siquiera había empezado a generar impacto en ese puesto. Remató diciendo que él decidía cuándo podía irme.

Acaparar talento frena a las personas. También puede generar un efecto dominó negativo en la organización. Ayuda a que el talento avance hacia lo que le toque hacer a continuación para su crecimiento y desarrollo. Además, ayúdales a pasar a su siguiente asignación para que puedan abordar las iniciativas más importantes de la organización. Si queremos a los miembros de nuestro equipo, los dejamos ir. Si no les permitimos adueñarse de sus propias carreras, se irán de la organización y continuarán su camino en otro lugar.

Relacionado: Una buena cultura laboral no se logra con pizza gratis: 10 lecciones que aprendí al construir una cultura inquebrantable

5. Muéstrate con más empatía

Yo he sido una mala jefa. Lo más probable es que tú también. Con los años he ganado perspectiva y empatía hacia mí misma, otros líderes y colegas, porque todos podemos atravesar una etapa de “mal jefe”. Esto no significa justificar comportamientos dañinos; significa intentar entender por qué alguien puede comportarse mal en el trabajo.

Los malos comportamientos de un jefe pueden activarse por tres razones. Primero, hay estrés en el mercado que afecta al negocio. Segundo, tu propio jefe exhibe conductas tóxicas y tú las absorbes. Tercero, atraviesas un terremoto personal —la pérdida de un ser querido, una ruptura o divorcio, o mudarte de país—, lo que puede detonar malos comportamientos.

Por último, me recuerdo que la base del buen liderazgo es cuidarte a ti misma. Aléjate del teclado. Duerme lo suficiente, come bien y mueve tu cuerpo. Si no podemos cuidarnos, es difícil estar al servicio de otros, ya sea en la mesa de la cocina o en la sala de juntas. Mantén a raya esos comportamientos dañinos. Estoy agradecida por esos malos jefes que me recuerdan cada día cómo puedo ser una mejor líder.

Relacionado: 5 señales de que una cultura tóxica se está infiltrando en tu organización

Conclusiones Clave

  • Aguantar a malos jefes resulta agotador, pero también deja lecciones valiosas que te muestran el tipo de líder que no quieres ser.
  • Si tu jefe —o incluso tú— muestra alguno de los siguientes rasgos, existen maneras de cambiar el rumbo y convertirte en un mejor líder.

En mi nuevo libro, The Devil Emails at Midnight: What Good Leaders Can Learn From Bad Bosses, comparto historias hilarantes y desgarradoras sobre los malos jefes que he soportado y de los que he sobrevivido. Es fácil pintar a un mal jefe como un villano de Disney o un personaje de Marvel. Mucho más difícil es sentarse a reflexionar sobre lo que hemos aprendido de estas experiencias. Y cómo esos malos jefes realmente pueden ayudarnos a convertirnos en mejores líderes.

Mientras practico la gratitud esta temporada navideña, reflexiono sobre lo agradecida que estoy por esos malos jefes. Estas son las cinco lecciones que me enseñaron.

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1. Deja de normalizar los correos de medianoche

Mi antigua jefa, a quien apodé “El Diablo”, era la jefa que nunca tenía tiempo para mí durante el día. Pero sí tenía tiempo para enviarme correos de manera constante entre las diez de la noche y las dos de la mañana. Yo empecé a responderle en las primeras horas de la mañana.

Años después, sigo haciéndome la misma pregunta: ¿por qué no tenía tiempo para mí? Como líder, si no puedes hacer tiempo durante el día para acompañar, guiar y enseñar a tu equipo, debes preguntarte: ¿para qué eres el líder?

No me avergüenza decir que la mayoría de las noches estoy dormida a medianoche. Eso no significa que no haya etapas en mi vida en las que trabajo muchísimo y me exijo de más, pero eso no es sostenible. Tengo que ser capaz de liderarme a mí misma y a mi equipo durante periodos de alta intensidad, y luego tomarme el tiempo para descansar y recuperarme.

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2. Deja que las personas hagan su trabajo

“El Triturador” era mi antiguo jefe, alguien que rondaba como un helicóptero, listo para meterse en detalles que no importaban. Le encantaba complicar las tareas más simples. Disfrutaba —y dominaba— el arte de microgestionarnos a todos. Hacer nuestro trabajo parecía darle mucha más satisfacción que hacer el suyo.

Si contratamos a personas por su experiencia y conocimientos, por favor, no les hagas su trabajo. Dales espacio para trabajar. Enséñales nuevas habilidades. Acompáñalas cuando cometan errores. Deja de obsesionarte con detalles que no hacen la diferencia. Enfócate en los resultados y sé claro con las expectativas.

Relacionado: Me convertí en la jefa tóxica que juré nunca ser — estas son 4 confesiones de mi proceso de recuperación como líder

3. Dirigir desde el miedo provoca agotamiento

Nadie en mi vida me había gritado jamás —ni mis padres, ni mi hermano, ni mi esposo, ni mis amigos— hasta que trabajé para la “Medusa”. Mi exjefa gobernaba desde el miedo. Gritaba, soltaba maldiciones y señalaba agresivamente a la gente durante las reuniones. Nunca había escuchado a un jefe soltar tantas palabrotas. Incluso le lanzó uno de sus zapatos Chanel a mi colega, aunque por suerte no le dio.

Dirigir desde el miedo puede generar resultados a corto plazo. Presentarse a trabajar con miedo todos los días es agotador. El miedo mata la comunicación, aísla a los miembros del equipo, inhibe la creatividad y la innovación, y conduce al agotamiento. Crear una cultura donde todos sean tratados con respeto no debería ser un lujo. No queremos otra app de meditación gratuita, un suministro interminable de snacks elegantes, happy hours ni, definitivamente, otra hoodie que nos quede grande. Queremos ser respetados y valorados.

Relacionado: ¿Existe un ambiente laboral tóxico? Considera este foco rojo antes de aceptar el trabajo

4. Si quieres a tu gente, déjala ir

Mi antiguo jefe, apodado “Tony Soprano”, esperaba lealtad a cualquier costo. Tony me dijo que haría una asignación de un año en su equipo y que al terminar me ascenderían. Cuando se acercaba la fecha, empecé a hacer contactos dentro de la organización para averiguar qué quería hacer después. Cuando se enteró, se puso furioso. Me dijo que la asignación en realidad duraría de dos a cuatro años porque ni siquiera había empezado a generar impacto en ese puesto. Remató diciendo que él decidía cuándo podía irme.

Acaparar talento frena a las personas. También puede generar un efecto dominó negativo en la organización. Ayuda a que el talento avance hacia lo que le toque hacer a continuación para su crecimiento y desarrollo. Además, ayúdales a pasar a su siguiente asignación para que puedan abordar las iniciativas más importantes de la organización. Si queremos a los miembros de nuestro equipo, los dejamos ir. Si no les permitimos adueñarse de sus propias carreras, se irán de la organización y continuarán su camino en otro lugar.

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5. Muéstrate con más empatía

Yo he sido una mala jefa. Lo más probable es que tú también. Con los años he ganado perspectiva y empatía hacia mí misma, otros líderes y colegas, porque todos podemos atravesar una etapa de “mal jefe”. Esto no significa justificar comportamientos dañinos; significa intentar entender por qué alguien puede comportarse mal en el trabajo.

Los malos comportamientos de un jefe pueden activarse por tres razones. Primero, hay estrés en el mercado que afecta al negocio. Segundo, tu propio jefe exhibe conductas tóxicas y tú las absorbes. Tercero, atraviesas un terremoto personal —la pérdida de un ser querido, una ruptura o divorcio, o mudarte de país—, lo que puede detonar malos comportamientos.

Por último, me recuerdo que la base del buen liderazgo es cuidarte a ti misma. Aléjate del teclado. Duerme lo suficiente, come bien y mueve tu cuerpo. Si no podemos cuidarnos, es difícil estar al servicio de otros, ya sea en la mesa de la cocina o en la sala de juntas. Mantén a raya esos comportamientos dañinos. Estoy agradecida por esos malos jefes que me recuerdan cada día cómo puedo ser una mejor líder.

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Mita Mallick

Workplace strategist at Self employed
Entrepreneur Leadership Network® VIP
Mita Mallick is a change-maker with a track record of transforming culture and business. Her book, Reimagine Inclusion: Debunking 13 Myths to Transform Your Workplace, is a Wall Street Journal and USA Today bestseller. She's a a LinkedIn Top Voice and a sought-after speaker.

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