¿Tu producto financiero realmente resuelve un problema? Claves para innovar con propósito

No basta con lanzar más productos financieros; la verdadera innovación ocurre cuando cada solución responde a problemas reales de los usuarios.

Por José Luis Pulido Oct 22, 2025
Yuwadee Singthong | Getty Images

Las opiniones expresadas por los colaboradores de Entrepreneur son personales.

Conclusiones Clave

  • Desde la informalidad laboral hasta el miedo a endeudarse, comprender el contexto y las necesidades del cliente es lo que convierte una funcionalidad en un producto con propósito.

Durante muchos años la industria financiera ha confundido innovación con acumulación. Más productos, más funcionalidades, más apps; pero en un contexto donde sólo el 20.1% de los adultos en América Latina accede a préstamos formales, aunque, según datos de la OCDE, el 42% lo hace de manera informal o alternativa. La verdadera pregunta no es cuántos productos lanzamos, sino cuántos realmente solucionan algo.

En la fiebre por digitalizar todo, muchos productos financieros nacen de un brief interno con datos de estadística y no de una necesidad real. Se crean para competir en un mercado ya saturado, pero no para resolver los dolores cotidianos del usuario: la informalidad, la falta de educación financiera o el miedo a endeudarse.

La innovación financiera se ha vuelto, en muchos casos, un espejo que refleja más a la institución que al cliente. No necesitamos más tarjetas. Necesitamos más razones para usarlas.

El espejismo de la innovación

Cada semana aparece un nuevo banco digital, una nueva wallet, una nueva app de préstamos instantáneos. Todos prometiendo simplicidad, rapidez y acceso; sin embargo, detrás de cada pantalla hay un patrón preocupante: productos sin propósito.

Según datos recientes del Inter‑American Development Bank (IDB) y Finnovista, el ecosistema fintech en América Latina pasó de 703 empresas en 2017 a 3,069 en 2023, lo que refleja un crecimiento explosivo; sin embargo, gran parte de ese crecimiento se orienta al volumen y no a la profunda adopción o impacto social que permita verdaderamente resolver necesidades reales de los clientes. 

El problema no es la falta de tecnología, sino la falta de propósito. Diseñar un producto financiero no es construir una funcionalidad, es entender un contexto.

Un crédito no es una tasa, es una historia.
Un ahorro no es un saldo, es una aspiración.
Un pago no es una transacción, es una interacción social.

Relacionado: No todos necesitan una tarjeta de crédito: revalorar la personalización financiera

Diseñar con propósito, no con catálogo

El diseño de productos financieros con propósito parte de tres preguntas simples, pero raramente contestadas con honestidad:

  1. ¿Qué dolor real estoy resolviendo? El usuario no busca una app: busca control, estabilidad o alivio. Escuchar implica traducir emociones en diseño funcional.
  2. ¿Para quién lo estoy haciendo realmente? En América Latina, casi el 48% de las personas ocupadas trabajan en condiciones de informalidad, de acuerdo con el Panorama Laboral 2024 de la OIT. Diseñar productos financieros para este segmento no significa flexibilizar requisitos, sino repensar los modelos de riesgo, los datos que consideramos válidos y las métricas de confianza.
  3. ¿Cómo sabré que estoy generando valor? Innovar no es lanzar rápido, sino medir impacto real: si el producto mejora la liquidez, reduce la fricción o fomenta la confianza, entonces sí estamos hablando de innovación financiera.

Relacionado: Stablecoins en Latinoamérica: ¿infraestructura emergente para la fintech o solo hype pasajero?

Del producto al propósito

Las organizaciones más avanzadas están migrando de la visión feature-driven a la purpose-driven. No buscan lanzar lo nuevo, sino lo necesario.
Por eso, las estrategias más efectivas combinan tres ejes:

  • Datos + empatía: usar analítica para entender el comportamiento financiero real, no solo el bancario.
  • Iteración constante: lanzar versiones mínimas, probar, ajustar.
  • Coproducción con el cliente: cocrear productos con comunidades, no para ellas.

El futuro del sector no pertenece a quien tenga más features, sino a quien entienda mejor la realidad del usuario.

En México, donde operan más de 1,000 fintechs y las nacionales crecieron un 31% en ingresos durante 2024 según datos de Galileo, el reto no está en escalar, sino en escuchar.

Conclusiones Clave

  • Desde la informalidad laboral hasta el miedo a endeudarse, comprender el contexto y las necesidades del cliente es lo que convierte una funcionalidad en un producto con propósito.

Durante muchos años la industria financiera ha confundido innovación con acumulación. Más productos, más funcionalidades, más apps; pero en un contexto donde sólo el 20.1% de los adultos en América Latina accede a préstamos formales, aunque, según datos de la OCDE, el 42% lo hace de manera informal o alternativa. La verdadera pregunta no es cuántos productos lanzamos, sino cuántos realmente solucionan algo.

En la fiebre por digitalizar todo, muchos productos financieros nacen de un brief interno con datos de estadística y no de una necesidad real. Se crean para competir en un mercado ya saturado, pero no para resolver los dolores cotidianos del usuario: la informalidad, la falta de educación financiera o el miedo a endeudarse.

La innovación financiera se ha vuelto, en muchos casos, un espejo que refleja más a la institución que al cliente. No necesitamos más tarjetas. Necesitamos más razones para usarlas.

El espejismo de la innovación

Cada semana aparece un nuevo banco digital, una nueva wallet, una nueva app de préstamos instantáneos. Todos prometiendo simplicidad, rapidez y acceso; sin embargo, detrás de cada pantalla hay un patrón preocupante: productos sin propósito.

Según datos recientes del Inter‑American Development Bank (IDB) y Finnovista, el ecosistema fintech en América Latina pasó de 703 empresas en 2017 a 3,069 en 2023, lo que refleja un crecimiento explosivo; sin embargo, gran parte de ese crecimiento se orienta al volumen y no a la profunda adopción o impacto social que permita verdaderamente resolver necesidades reales de los clientes. 

El problema no es la falta de tecnología, sino la falta de propósito. Diseñar un producto financiero no es construir una funcionalidad, es entender un contexto.

Un crédito no es una tasa, es una historia.
Un ahorro no es un saldo, es una aspiración.
Un pago no es una transacción, es una interacción social.

Relacionado: No todos necesitan una tarjeta de crédito: revalorar la personalización financiera

Diseñar con propósito, no con catálogo

El diseño de productos financieros con propósito parte de tres preguntas simples, pero raramente contestadas con honestidad:

  1. ¿Qué dolor real estoy resolviendo? El usuario no busca una app: busca control, estabilidad o alivio. Escuchar implica traducir emociones en diseño funcional.
  2. ¿Para quién lo estoy haciendo realmente? En América Latina, casi el 48% de las personas ocupadas trabajan en condiciones de informalidad, de acuerdo con el Panorama Laboral 2024 de la OIT. Diseñar productos financieros para este segmento no significa flexibilizar requisitos, sino repensar los modelos de riesgo, los datos que consideramos válidos y las métricas de confianza.
  3. ¿Cómo sabré que estoy generando valor? Innovar no es lanzar rápido, sino medir impacto real: si el producto mejora la liquidez, reduce la fricción o fomenta la confianza, entonces sí estamos hablando de innovación financiera.

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Del producto al propósito

Las organizaciones más avanzadas están migrando de la visión feature-driven a la purpose-driven. No buscan lanzar lo nuevo, sino lo necesario.
Por eso, las estrategias más efectivas combinan tres ejes:

  • Datos + empatía: usar analítica para entender el comportamiento financiero real, no solo el bancario.
  • Iteración constante: lanzar versiones mínimas, probar, ajustar.
  • Coproducción con el cliente: cocrear productos con comunidades, no para ellas.

El futuro del sector no pertenece a quien tenga más features, sino a quien entienda mejor la realidad del usuario.

En México, donde operan más de 1,000 fintechs y las nacionales crecieron un 31% en ingresos durante 2024 según datos de Galileo, el reto no está en escalar, sino en escuchar.

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Cuenta con más de 27 años de experiencia en el sector financiero dentro de diferentes negocios colaborando en HSBC (Banca Tradicional), Eglobal (Procesamiento de pagos), Crédito Real (Sofom), Billpocket/Kushki (Fintech) y actualmente en Grupo Ethos Pay (Fintech), además, es consejero de negocios para el Centro UNESCO en su capítulo México.

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