La millonaria competencia por talento de IA que están librando Meta y OpenAI
Meta y OpenAI están librando una batalla por contratar —o directamente “robar”— al mejor talento en IA. Esta guerra ha escalado a tal punto que los salarios superan los $100 millones de dólares por persona.

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La inteligencia artificial (IA) ha dejado de ser una tecnología futurista para convertirse en el centro de la revolución tecnológica actual. Desde el lanzamiento de ChatGPT en 2022, las empresas protagonistas de esta industria compiten por liderar esta carrera, y el talento especializado en IA se ha convertido en el recurso más cotizado. Sin embargo, hay un problema: los expertos capaces de desarrollar modelos avanzados de IA son escasos, y las compañías están dispuestas a pagar fortunas por ellos.
En este escenario, dos gigantes tecnológicos, Meta (propietaria de Facebook, Instagram y WhatsApp) y OpenAI (creadora de ChatGPT), están librando una batalla por contratar —o directamente “robar”— a los mejores investigadores y expertos en IA. Esta guerra ha escalado a tal punto que los salarios superan los $100 millones de dólares por persona, según reportes de medios como The New York Times, y los CEO de ambas empresas, Mark Zuckerberg y Sam Altman, están involucrados en la caza de talento.
Una competencia por el talento
Meta ha adoptado una estrategia agresiva para construir su división de superinteligencia artificial, liderada por Alexandr Wang, fundador de Scale AI, adquirida por Zuckerberg en una operación valorada en $14,000 millones de dólares. Pero el movimiento más reciente fue la contratación de Shengjia Zhao, uno de los creadores de GPT-4, quien ahora será el científico jefe del Superintelligence Lab de Meta.
Zuckerberg no solo está ofreciendo jugosos paquetes de compensación (se habla de $300 millones de dólares en cuatro años para algunos investigadores), sino que envía mensajes directos a los candidatos, los invita a su casa e incluso les promete acceso a cantidades masivas de potencia computacional. Meta está acumulando más de 200,000 GPUs de Nvidia para entrenar sus modelos.
Además de Zhao, Meta ha reclutado a Lucas Beyer, Alexander Kolesnikov y Xiaohua Zhai, fundadores de la oficina de OpenAI en Zúrich, así como a Ruoming Pang, exlíder de modelos fundacionales de Apple, y Daniel Gross, cofundador de Safe Superintelligence (SSI), una startup de IA.
Mientras Meta avanza, OpenAI no se queda atrás. La empresa de Sam Altman ha respondido con fichajes estratégicos como David Lau, exvicepresidente de ingeniería de software en Tesla, y Uday Ruddarraju y Mike Dalton, arquitectos de infraestructura de xAI (la startup de Elon Musk), quienes construyeron el supercomputador Colossus con 200,000 GPUs.
Además, OpenAI ha ajustado los salarios de sus empleados para evitar fugas y ha adoptado una postura defensiva. Sam Altman incluso comparó a Meta con “ladrones que entran a tu casa” en un mensaje interno, mientras instaba a su equipo a mantenerse leales a la misión de la compañía.
Mientras unos buscan, otros despiden
Esta guerra no solo afecta a las grandes tecnológicas. Startups están siendo despojadas de su talento o adquiridas en operaciones relámpago. Un caso que resonó últimamente es el de Windsurf, una startup de IA que OpenAI intentó comprar por $3,000 millones de dólares, pero que terminó perdiendo a su CEO, Varun Mohan, reclutado por Google. El resto de la empresa fue adquirido por Cognition.
Mientras las empresas pagan fortunas por los mejores investigadores, el resto de la industria tecnológica enfrenta despidos masivos. Microsoft despidió a 9,100 ingenieros en 2024, Intel planea recortar el 20% de su plantilla, y Scale AI, tras perder contratos con OpenAI y Google, despidió al 14% de su personal.
La fuga de talento representa más que la pérdida de puestos de trabajo, implica la erosión de lo que Alex Sandoval, CEO de Allie AI denomina “conocimiento tribal, ese saber práctico no documentado que los operarios veteranos acumulan durante años. Cuando los operarios veteranos se marchan, se llevan consigo la memoria de la fábrica”. Algo que termina siendo valioso para las otras compañías.
Este contraste refleja una realidad preocupante: la IA está automatizando puestos que antes eran seguros, como desarrollo de software, análisis de datos y gestión media. Según el Foro Económico Mundial, para 2025 se perderán 92 millones de empleos, pero se crearán 170 millones de nuevos roles, muchos de ellos en áreas donde la IA complementa en lugar de reemplazar al ser humano, como la robótica, la atención médica y la sostenibilidad.
Pero las empresas no deberían “cerrar los ojos” al utilizar la IA, así lo explica Martin Lewit, VP de Corporate Development de Nisum. “El auge de la IA exige ahora que los líderes empresariales sean más inteligentes, combinando el pensamiento crítico con la alfabetización algorítmica. Ya no basta con tener científicos de datos; las organizaciones necesitan arquitectos de decisiones que sepan cuándo apoyarse en el modelo y cuándo echarse atrás”.
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¿Por qué tan cotizados?
Sam Altman ha criticado a Meta acusándola de “contratar mercenarios” en lugar de profesionales comprometidos con el avance ético de la IA. La frase, original del inversor John Doerr, distingue entre quienes buscan “hacer dinero” y quienes quieren “hacer historia”.
Pero Zuckerberg respondió diciendo que Meta ofrece algo más que dinero: recursos sin precedentes para investigar. “Nuestro laboratorio tendrá el mayor poder computacional por investigador del mundo”, declaró en Threads.
La guerra por el talento en IA es solo el principio de una transformación más profunda. Por un lado, un puñado de investigadores ganará salarios de estrellas deportivas, mientras que miles de profesionales tecnológicos quedarán obsoletos. Las universidades y gobiernos deben adaptarse rápidamente para evitar una crisis laboral masiva.
Mientras tanto, Meta y OpenAI seguirán compitiendo no solo por modelos de IA más avanzados, sino por el cerebro humano que los haga posibles.
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