Probablemente no tengas éxito como emprendedor si no tienes estos 3 rasgos

Ser emprendedor no se define por los títulos, los planes de negocio ni la financiación: es una mentalidad basada en un conjunto específico de cualidades internas.

Por Oleg Boiko Nov 06, 2025
pixdeluxe | Getty Images

Las opiniones expresadas por los colaboradores de Entrepreneur son personales.

Conclusiones Clave

  • El espíritu emprendedor se define por un conjunto específico de cualidades internas, no por factores externos como un diploma o un plan de negocio.
  • Sin estos rasgos fundamentales —que incluyen la capacidad de vivir con incertidumbre, la persistencia y el sentido de responsabilidad—, el éxito a largo plazo resulta poco probable.

Ser emprendedor no es una profesión, es un estado mental. No se trata de un diploma, un plan de negocio ni siquiera de capital inicial. Lo que realmente convierte a una persona en emprendedora es un conjunto específico de cualidades internas, sin las cuales es casi imposible sobrevivir en este modo durante mucho tiempo.

Desde mi punto de vista, hay tres rasgos clave sin los cuales una persona simplemente no puede mantenerse en este camino.

Relacionado: Las 5 principales características de los emprendedores exitosos

1. La capacidad de vivir con incertidumbre

El primero —y quizá el más evidente— es la capacidad de funcionar y sentirse cómodo en condiciones de incertidumbre, alto riesgo y estrés constante.

Un emprendedor es alguien que no pierde el equilibrio, incluso cuando el futuro es incierto y no hay garantías de nada. Estas personas no se abruman ni se paralizan ante la inestabilidad. Al contrario, parecen respirar la energía de la incertidumbre. No es heroísmo, es simplemente un tipo particular de sistema nervioso. No todos lo tienen, y eso está bien.

Piensa en las primeras etapas de construir una empresa: no hay un salario fijo, ni una hoja de ruta clara, ni garantía de que el mercado siquiera acepte tu producto. Para muchas personas, ese nivel de inestabilidad resulta insoportable. Pero los emprendedores tienden a reinterpretarlo. Donde otros ven caos, ellos ven oportunidad. Se vuelven hábiles para tomar decisiones sin tener toda la información, ajustar el rumbo rápidamente y aprender sobre la marcha. De hecho, lo desconocido no es una carga para ellos: es combustible.

Relacionado: Del caos a la paz: 4 claves para liderar en el caos

2. Persistencia: el “pájaro carpintero” interior

El segundo rasgo es algo que suelo llamar el “pájaro carpintero interior”. Es la capacidad de seguir golpeando el mismo punto sin distraerse, hasta que se logra el resultado.

Muchos se rinden cuando las cosas se vuelven aburridas, difíciles o cuando nada parece funcionar. Pero un emprendedor es alguien que no se detiene. Puede cambiar de herramientas o ajustar la ruta, pero el objetivo sigue siendo el mismo. Su persistencia roza la terquedad. No se trata solo de trabajar duro: es una especie de obsesión interna por alcanzar el resultado.

Este es el rasgo que separa a los soñadores de los que hacen que las cosas sucedan. Cualquiera puede tener una idea; la verdadera prueba es si puedes ejecutarla cuando se vuelve tediosa, repetitiva o desalentadora. Los emprendedores fracasan con frecuencia —a veces varias veces seguidas—, pero ven el fracaso como retroalimentación, no como una sentencia final. Como el pájaro carpintero, vuelven una y otra vez a la tarea, afinando sus métodos hasta que llega el momento del avance. Sin este tipo de persistencia, incluso las ideas más brillantes nunca salen del cuaderno.

Relacionado: Por qué los líderes fracasan cuando prefieren evitar conflictos a mostrar firmeza

3. Responsabilidad y sentido de pertenencia

El tercer rasgo clave es un profundo sentido de responsabilidad hacia el propio trabajo: el ownership. Es más que simplemente “rendir cuentas”. Es la sensación de esto es mío. Yo cargo con la responsabilidad — moral, personal y emocional.

Quienes carecen de esto pueden desconectarse fácilmente después de las seis de la tarde. Pero un emprendedor no puede hacerlo. Vive su proyecto, incluso cuando no está trabajando activamente en él. No solo está involucrado: está consumido por él.

El ownership también implica aceptar las consecuencias, sean buenas o malas. Si un producto fracasa, un emprendedor no señala al equipo, a los inversionistas ni al mercado. Primero mira hacia adentro y se pregunta: ¿Qué podría haber hecho diferente? Esa mentalidad genera resiliencia. Garantiza que, sin importar lo que ocurra, el emprendedor mantenga el control de su propia historia.

Relacionado: El éxito emprendedor depende de tener la mentalidad correcta: aquí te explicamos cómo desarrollarla

Más allá de los 3 rasgos

Por supuesto, estas no son las únicas cualidades que importan. La visión, la creatividad, la capacidad de inspirar a otros e incluso la suerte tienen su papel. Pero sin los tres pilares —comodidad con la incertidumbre, persistencia y sentido de pertenencia— todo lo demás se derrumba. Estos rasgos forman la base que permite que todas las demás habilidades cobren sentido.

Un emprendedor no es solo alguien con una idea, una oficina y una agenda llena de reuniones. Es alguien que lleva un fuego interior. Alguien que no espera a que le den permiso, que no le teme a la incertidumbre y que no se detiene a mitad del camino. Avanza incluso cuando siente miedo. Actúa incluso cuando es difícil. Asume la responsabilidad aunque nadie se lo pida.

Es una forma de vivir, una manera de respirar: una decisión interna y profunda de mantenerse siempre en el juego. Si sientes que simplemente no puedes evitar no hacerlo, entonces ya eres un emprendedor. El resto es solo cuestión de tiempo.

Relacionado: He estudiado a empresarios muy exitosos durante más de 30 años. Esto es lo que realmente los distingue

Conclusiones Clave

  • El espíritu emprendedor se define por un conjunto específico de cualidades internas, no por factores externos como un diploma o un plan de negocio.
  • Sin estos rasgos fundamentales —que incluyen la capacidad de vivir con incertidumbre, la persistencia y el sentido de responsabilidad—, el éxito a largo plazo resulta poco probable.

Ser emprendedor no es una profesión, es un estado mental. No se trata de un diploma, un plan de negocio ni siquiera de capital inicial. Lo que realmente convierte a una persona en emprendedora es un conjunto específico de cualidades internas, sin las cuales es casi imposible sobrevivir en este modo durante mucho tiempo.

Desde mi punto de vista, hay tres rasgos clave sin los cuales una persona simplemente no puede mantenerse en este camino.

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1. La capacidad de vivir con incertidumbre

El primero —y quizá el más evidente— es la capacidad de funcionar y sentirse cómodo en condiciones de incertidumbre, alto riesgo y estrés constante.

Un emprendedor es alguien que no pierde el equilibrio, incluso cuando el futuro es incierto y no hay garantías de nada. Estas personas no se abruman ni se paralizan ante la inestabilidad. Al contrario, parecen respirar la energía de la incertidumbre. No es heroísmo, es simplemente un tipo particular de sistema nervioso. No todos lo tienen, y eso está bien.

Piensa en las primeras etapas de construir una empresa: no hay un salario fijo, ni una hoja de ruta clara, ni garantía de que el mercado siquiera acepte tu producto. Para muchas personas, ese nivel de inestabilidad resulta insoportable. Pero los emprendedores tienden a reinterpretarlo. Donde otros ven caos, ellos ven oportunidad. Se vuelven hábiles para tomar decisiones sin tener toda la información, ajustar el rumbo rápidamente y aprender sobre la marcha. De hecho, lo desconocido no es una carga para ellos: es combustible.

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2. Persistencia: el “pájaro carpintero” interior

El segundo rasgo es algo que suelo llamar el “pájaro carpintero interior”. Es la capacidad de seguir golpeando el mismo punto sin distraerse, hasta que se logra el resultado.

Muchos se rinden cuando las cosas se vuelven aburridas, difíciles o cuando nada parece funcionar. Pero un emprendedor es alguien que no se detiene. Puede cambiar de herramientas o ajustar la ruta, pero el objetivo sigue siendo el mismo. Su persistencia roza la terquedad. No se trata solo de trabajar duro: es una especie de obsesión interna por alcanzar el resultado.

Este es el rasgo que separa a los soñadores de los que hacen que las cosas sucedan. Cualquiera puede tener una idea; la verdadera prueba es si puedes ejecutarla cuando se vuelve tediosa, repetitiva o desalentadora. Los emprendedores fracasan con frecuencia —a veces varias veces seguidas—, pero ven el fracaso como retroalimentación, no como una sentencia final. Como el pájaro carpintero, vuelven una y otra vez a la tarea, afinando sus métodos hasta que llega el momento del avance. Sin este tipo de persistencia, incluso las ideas más brillantes nunca salen del cuaderno.

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3. Responsabilidad y sentido de pertenencia

El tercer rasgo clave es un profundo sentido de responsabilidad hacia el propio trabajo: el ownership. Es más que simplemente “rendir cuentas”. Es la sensación de esto es mío. Yo cargo con la responsabilidad — moral, personal y emocional.

Quienes carecen de esto pueden desconectarse fácilmente después de las seis de la tarde. Pero un emprendedor no puede hacerlo. Vive su proyecto, incluso cuando no está trabajando activamente en él. No solo está involucrado: está consumido por él.

El ownership también implica aceptar las consecuencias, sean buenas o malas. Si un producto fracasa, un emprendedor no señala al equipo, a los inversionistas ni al mercado. Primero mira hacia adentro y se pregunta: ¿Qué podría haber hecho diferente? Esa mentalidad genera resiliencia. Garantiza que, sin importar lo que ocurra, el emprendedor mantenga el control de su propia historia.

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Más allá de los 3 rasgos

Por supuesto, estas no son las únicas cualidades que importan. La visión, la creatividad, la capacidad de inspirar a otros e incluso la suerte tienen su papel. Pero sin los tres pilares —comodidad con la incertidumbre, persistencia y sentido de pertenencia— todo lo demás se derrumba. Estos rasgos forman la base que permite que todas las demás habilidades cobren sentido.

Un emprendedor no es solo alguien con una idea, una oficina y una agenda llena de reuniones. Es alguien que lleva un fuego interior. Alguien que no espera a que le den permiso, que no le teme a la incertidumbre y que no se detiene a mitad del camino. Avanza incluso cuando siente miedo. Actúa incluso cuando es difícil. Asume la responsabilidad aunque nadie se lo pida.

Es una forma de vivir, una manera de respirar: una decisión interna y profunda de mantenerse siempre en el juego. Si sientes que simplemente no puedes evitar no hacerlo, entonces ya eres un emprendedor. El resto es solo cuestión de tiempo.

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Oleg Boiko

Investor at Finstar Financial Group
Entrepreneur Leadership Network® Contributor
Founder and principal investor of Finstar Financial Group, a diversified international group of companies established in 1996, focused on banking and financial services, with extensive experience in M&A and private equity investments.

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