Tratar todo como “urgente” está agotando a tu equipo. Sigue estos pasos para acabar con el caos
Así es como los grandes líderes ayudan a sus equipos a replantear la urgencia, reducir el estrés y mantenerse enfocados evitando la trampa de la presión falsa.

Las opiniones expresadas por los colaboradores de Entrepreneur son personales.
Conclusiones Clave
- La urgencia constante provoca agotamiento, malas decisiones y comportamientos reactivos que dañan los objetivos a largo plazo. Los líderes eficaces distinguen entre la urgencia real y la falsa.
- Los líderes replantean la urgencia mostrando respuestas serenas, fomentando una cultura de planificación reflexiva, introduciendo un lenguaje compartido sobre la urgencia y premiando el trabajo bien pensado, no solo el trabajo rápido.
- Si tu equipo opera en un estado de urgencia constante, debes reconocer el patrón, revisar las solicitudes actuales, introducir niveles de prioridad, proteger el enfoque del equipo y capacitar a tus reportes directos para que hagan lo mismo.
La urgencia, cuando es genuina, ayuda a los equipos a actuar con rapidez y cumplir con plazos reales. Pero cuando la urgencia se convierte en el modo predeterminado, se transforma en una fuente de presión constante. Con el tiempo, esto provoca agotamiento, malas decisiones y conductas reactivas que perjudican los objetivos a largo plazo.
Los mejores líderes están empezando a cambiar esta mentalidad. Ayudan a sus equipos a diferenciar entre la urgencia real y la urgencia falsa. Guían a las personas a hacer una pausa, pensar y planificar, en lugar de apresurarse, reaccionar y arrepentirse.
El problema de tratar todo como urgente
Cuando cada solicitud se marca como LO ANTES POSIBLE, eventualmente deja de significar algo. Las personas se acostumbran a trabajar a toda velocidad sin importar la situación. A corto plazo, las cosas se hacen. Pero con el tiempo, los costos se acumulan:
- Aumenta la fatiga del personal: La gente deja de distinguir entre lo que es crítico y lo que simplemente hace más ruido.
- El trabajo importante se retrasa: La urgencia a menudo lleva a los equipos a enfocarse en tareas rápidas, no en las significativas.
- La dinámica del equipo se rompe: Las personas comienzan a culparse unas a otras por retrasos, detalles omitidos o errores derivados de las prisas.
La verdad es que la urgencia debería ser algo raro. Cuando todo es urgente, nada lo es.
Urgencia real vs. urgencia falsa
Antes de entrenar a un equipo para replantear la urgencia, los líderes primero deben entender la diferencia.
La urgencia real está ligada a resultados claros y sensibles al tiempo. Una brecha de seguridad. Una presentación con un cliente mañana. Un defecto en un producto antes de un lanzamiento público. Estas son razones válidas para actuar rápido.
La urgencia falsa suele surgir de una mala planificación, expectativas vagas o hábitos que premian el estar ocupado. Se manifiesta en cosas como:
- Correos marcados como de alta prioridad sin explicación.
- Mensajes en Slack con la palabra URGENTE en mayúsculas, enviados fuera del horario laboral.
- Plazos apresurados que no están conectados con ningún riesgo o resultado real.
- Líderes que entran en pánico y transmiten ese estrés al equipo.
Los mejores líderes saben filtrar estas señales y ayudan a sus equipos a hacer lo mismo.
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Cómo los grandes líderes replantean y redefinen la urgencia
1. Modelar respuestas serenas — incluso bajo presión
Las personas observan a los líderes para determinar la gravedad de un problema. Si el líder entra en pánico, los demás tienden a seguirlo. Los líderes que mantienen la calma, incluso en situaciones de alto estrés, enseñan a su equipo a evaluar antes que reaccionar.
Cuando surge algo importante, preguntan:
- “¿Aquí cuál es la fecha límite real?”
- “¿Qué pasa si no actuamos de inmediato?”
- “¿Es urgente o solo hace mucho ruido?”
Este tipo de pensamiento se contagia. Los equipos comienzan a hacerse las mismas preguntas antes de lanzarse a actuar.
2. Construir una cultura de planificación reflexiva
La urgencia falsa suele originarse en una planificación poco clara. Los mejores líderes invierten tiempo desde el principio para evitar el caos después.
Establecen expectativas claras sobre:
- Cronogramas de proyectos
- Ciclos de revisión
- Reglas de comunicación para emergencias reales
Se aseguran de que los equipos tengan suficiente tiempo de anticipación para tareas importantes y rechazan plazos poco realistas impuestos por otros departamentos o clientes. Esto no significa evitar fechas límite; significa prevenir las innecesarias.
3. Introducir un lenguaje compartido sobre la urgencia
Cuando todos definen “urgente” de manera distinta, surge la confusión. Los líderes efectivos crean sistemas claros para categorizar las solicitudes. Por ejemplo:
- Crítico: Debe atenderse de inmediato. Consecuencias claras si se retrasa.
- Alto: Necesita atención en 24-48 horas.
- Estándar: En línea con los plazos habituales.
- Bajo: Puede posponerse o revisarse cuando haya tiempo.
Estas definiciones ayudan a los equipos a priorizar, en lugar de tratar todas las solicitudes por igual.
4. Premiar el trabajo reflexivo, no solo el rápido
La rapidez suele llamar más la atención. La persona que responde en cinco minutos recibe más reconocimiento que quien responde en dos horas con una solución mejor.
Los líderes destacados cambian esto. Reconocen:
- Trabajo que evita rehacer tareas.
- Soluciones reflexivas que previenen problemas futuros.
- Personas que hacen preguntas aclaratorias en lugar de decir “sí” a todo.
Este cambio enseña a los equipos que el mejor trabajo no siempre es el más rápido; es el más preciso, útil y duradero.
Cuando surge una urgencia real: establece protocolos claros y temporales
No se puede evitar la urgencia por completo. Habrá momentos en los que actuar rápidamente sea necesario. Los líderes sólidos lo dejan claro, pero también hacen que sea temporal.
Pueden decir cosas como: “Esto debe completarse para el final del día, y aquí está la razón. Mañana volveremos al flujo de trabajo normal”.
Esto evita que el pánico se propague y recuerda al equipo que la urgencia es la excepción, no la regla. Cuando se repite con moderación, genera disciplina. Las personas aprenden a cambiar de marcha cuando es necesario, pero no viven constantemente en ese modo.
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Gestionar expectativas de comunicación
La urgencia suele manifestarse en la forma en que las personas se comunican, especialmente en entornos remotos o híbridos. Los líderes que quieren reducir la urgencia falsa establecen límites claros:
- No esperar respuestas instantáneas: A menos que esté marcado como crítico, los mensajes pueden atenderse durante el horario laboral.
- Usar líneas de asunto o etiquetas en Slack: Esto ayuda al equipo a entender instantáneamente el nivel de prioridad sin adivinar.
- Evitar correos urgentes uno tras otro: Si todo lo que envías está marcado como urgente, el equipo empezará a ignorarlo o, peor, a resentirlo.
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Qué hacer si tu equipo ya opera en un estado de urgencia constante
Si tu equipo está atrapado en el hábito de la prisa constante, la solución no ocurrirá de la noche a la mañana. Pero se puede lograr con acciones consistentes.
- Reconoce el patrón: Señálalo en una reunión de equipo. Comparte el objetivo de crear un flujo de trabajo más saludable. Deja claro que no se trata de reducir la producción, sino de mejorar los resultados y disminuir el estrés.
- Audita las solicitudes actuales: Revisa las últimas dos semanas de elementos marcados como “urgentes”. ¿Cuántos eran realmente sensibles al tiempo? ¿Qué se podría haber evitado con una mejor planificación?
- Introduce niveles de prioridad: Comienza a etiquetar las tareas según niveles de urgencia real. Anima a los miembros del equipo a hacer lo mismo al asignar o solicitar trabajo.
- Protege el enfoque del equipo: Reserva bloques de tiempo para trabajo profundo. Reduce reuniones innecesarias. Permite márgenes de tiempo alrededor de las fechas límite para adaptarse a cambios de último momento sin convertir todo en una situación de emergencia.
- Capacita a tus reportes directos para hacer lo mismo: Motiva a los gerentes bajo tu supervisión a seguir los mismos hábitos. Si la urgencia solo se controla desde arriba, volverá rápidamente. Construye estándares compartidos que perduren en todos los niveles.
A largo plazo, enseñar a tu equipo a replantear la urgencia no solo mejora la productividad; es una responsabilidad de liderazgo.
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